El respeto hacia ti mismo, hacia la realidad, a la sucesión de hechos en tu vida, a tu entorno, a cada uno de los integrantes de la familia, debe ser un valor que te permita asumir el papel que te corresponde y no suplantar a nadie, cargando con responsabilidades que no te pertenecen. Ocupar el rol del otro puede ser beneficioso para el sistema, solo, cuando los responsables, no pueden hacerlo (una muerte, una enfermedad, un viaje), de lo contrario, los roles cambiados terminan por producir problemas estructurales, imprimiéndole al alma familiar un patrón de conducta que podrá repetirse, impidiendo el libre desempeño de cada una de las personas de ese sistema. Esto traerá, insatisfacción, culpas, frustraciones, realidades no admitidas y todos estos bajo el farol de la penumbra, provocando miedo, desolación y temor. En estos conflictos relacionales, pueden surgir, tres dinámicas: “Te sigo hasta la muerte”, “prefiero morir antes que tú”, “expiación de una culpa personal”. La prime...