Estamos
recorriendo el año 2013 y todavía hay personas que golpean a los más
vulnerables, personas que justifican los actos violentos hacia ellos, los que
solo ven y no actúan, y por supuesto organismos silentes que tienen el mandato
de proteger.
Se niega y
rechaza que tales actos estén ocurriendo y si conocemos de algún caso, decimos
eso fue allá, aquí no va a llegar. Ni hablar de las reacciones, cuando el actor
es una figura pública y sobre todo si goza de nuestra admiración. Sin embargo,
el negar los hechos, lo que hace es fortalecer la capacidad de repetirlos,
continuar el modelaje, reconocer el poder del victimario, revictimizar a la
víctima, naturalizar la crueldad y cegar a la sociedad. Lo sufrido hay que
sacarlo a la luz, sino estaremos destinados a repetirlo, verbalizarlo en un
clima amigable y con un terapeuta que conduzca la sesión a la manifestación
sana de lo experienciado y no que a través de fórmulas mágicas quiera anular lo
sentido.
La negación
de la realidad no sana, no libera, solo esclaviza y enmudece porque me hace
sentir culpable y con vergüenza. Tenemos gente que todavía cree en la ilusión,
en el engaño, en el secreto y no ven más allá, no ven la cárcel que construyen
para la persona que urge de apoyo. Quien es consciente de su condición, tiene
más posibilidades de afrontar sus debilidades,
de poseer menos fantasmas y padecer menos enfermedades, y esto es
sencillo, es que tiene menos equipaje y esto aligera su andar.
Estoy
convencida que las personas necesitan ser escuchadas, apoyadas, empoderadas y
no métodos que inculquen correcciones, como si fue que nacieron defectuosas.
Como si el aprendizaje vino y se instaló en su cerebro, no, no ocurrió así, la
gente nació en un sistema que ya poseía una estructura, fue modelada y no se le
permitió, en un alto porcentaje, metabolizar lo vivido para hacer una
integración sana. Resultado: una persona sufrida, que quiere ser feliz, pero no
sabe cómo y se siente traicionera si decide hacer las cosas diferentes a como
le enseño su familia.
Así es que
su historia cae en el olvido y no se puede ayudar a quien no puede ver sus
propias heridas, allí comienza, entonces, el constructo del no sé qué me pasa y
traslado toda la responsabilidad de mi bienestar en el entorno y comienzo a
idealizar a personas para que se encarguen de mí.
Afortunadamente
hemos crecido y estamos aptos para mirar más allá y asumir nuestra vida sin
culpar a nadie, disponible para realizar los cambios estructurales que nos
fortalezcan: primero ver las heridas, segundo: reconocer las necesidades,
tercero: moverme a solucionar los daños, cuarto: adquirir una nueva información
y formación emocional que sea justa y sanadora.
Para llegar
a un pleno desarrollo emocional es inminente una mudanza en el paradigma, revisar
la vida que estoy llevando y girar hacia la ruta que si me marca el camino, al
lugar donde quiero llegar. Tu que me lees, atrévete, toma aliento, que tu animo
no se canse hasta desmayar, vamos, es tu tiempo, muévete, ve por ti. SEGUIMOS
S!, PARAMOS: NO!
Mayela Carrillo.
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