“Nada está perdido si se tiene el
valor de proclamar que todo está perdido y hay que empezar de nuevo”.
Julio Cortázar
“Cuando los japoneses reparan objetos rotos, enaltecen la zona
dañada rellenando las grietas con oro. Ellos creen que cuando algo ha sufrido
un daño y tiene una historia, se vuelve más hermoso”.
Sensibilizarnos y asumir lo sentido, requiere acercarnos a nuestro ser, sin embargo nos encontramos con una realidad construída sobre lo que debe regir la vida y nos obliga a obedecer a principios y valores que en algunos casos y de manera abrumadora nos arropa y asfixia. En mi caso, creo en la simplificación de lo que ocurre, en descunstruir para decidir y asumir las consecuencias. Confieso que me sorprende ver y oir a adultos culpabilizar a quienes les rodean por sus desaciertos y aun mas como otras personas asumen la culpa. Recientemente y después de algunas decisiones me ha tocado mirar mis grietas, que por supuesto han generado una respuesta emocional y no necesariamente significa amor.
Mirar las grietas y llamarlas emocionales es un acto volitivo. Mirar nuestras grietas es un canto al amor, a la dignidad, es desear reparar y continuar, es levantar la voz y que el eco recorra y se instale en el futuro incierto que a veces atemoriza y reta a transitar con coraje, en busca de lo deseado y esperado. Hoy miro mis grietas, no las arrullo, las miro y les pongo nombre y me deleito, contemplando su efecto en mi y valoro mi capacidad resiliente, pensé que era miedo… no! Es atrevimiento. Gracias… mis grietas hermosas que me han fortalecido y reconstruido. 4 junio 2016.
Comentarios