Cuando las relaciones de nuestros sistemas se convierten en
difíciles y requiere de
mucho esfuerzo para que esta fluya, probablemente estemos
presentes en un sistema
toxico, solo que por aquello de la costumbre, lo hicimos
natural y nos cuesta detectar que
en lo que realidad está pasando es que estamos atrapados en
maneras relacionales
Esperando tal vez que los otros cambien o que el tiempo se
encargue de la situación,
parecemos muñecos de cera contemplando un sistema que exige
nuestra intervención y
no nuestra contemplación. Esta actitud es lo que a veces
daña nuestra convivencia, como
también la puede dañar el querer imponer nuestra visión de
lo que debería cambiar.
También podemos usar mucho tiempo en imaginar y soñar los
cambios, lo cierto es que al
no intervenir adecuadamente puede hacer su presencia el
resentimiento y el dolor,
significando que hemos quedado, todos, atrapados en una
experiencia dolorosa que nos
lleva a viejos sentimientos y actuales conductas impropias
que dañan y perpetúan el
Estos sistemas tóxicos son difíciles para vivir, ahora bien,
cuanto estamos invirtiendo en
mejorar o insistiendo en arreglar? Recordar que amar es una
elección nos ayudara a
ordenar el sistema y también modelar a la generación que nos
observa, formas sanas de
Te sugiero que aceptes que perteneces a ese sistema, que tu
forma influye en lo que
sucede, que el respeto que otorgas beneficia al clima
sistémico. Que tal vez no estas
satisfecho y que no te has reconciliado contigo mismo, lo
que hace que se repitan
historias que no han sanado
y te hace infeliz.
Te invito que mires lo que se repite, lo reprimido, lo
secreto y mirarlo de una vez para
afrontar y dejar de huir para en su lugar amar y colocar
orden. Cuando nos
comprometemos con nuestra historia, sencillamente decanta lo
sufrido y acepto que quien
tiene que cambiar soy yo y abandono la actitud infantil de
esperar que los demás lo hagan
por mí, tomando la vida y mi responsabilidad.
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