Mi Mundo Emocional
El haber vivido experiencias dolorosas a lo largo de nuestras vidas ha hecho que cerremos nuestro sistema emocional. Hemos lentamente, perdido la capacidad de sentir por lo tanto la sensibilidad ha corrido la misma suerte; y todo ello con el único propósito de protegernos y no sentir el dolor emocional que esta grabado a fuego en nuestro corazón.
El haber vivido experiencias dolorosas a lo largo de nuestras vidas ha hecho que cerremos nuestro sistema emocional. Hemos lentamente, perdido la capacidad de sentir por lo tanto la sensibilidad ha corrido la misma suerte; y todo ello con el único propósito de protegernos y no sentir el dolor emocional que esta grabado a fuego en nuestro corazón.
Heridas como el abuso, rechazo y abandono, infringidas por los que nos amaban y en la mayoría de los casos sin intención nos llevo a construir mecanismos de defensa para sentirnos seguros y seguras, para sobrevivir, para resguardarnos y en el habituarnos a estar allí, nos quedamos encarcelados, convirtiéndose estos, en una fortaleza que nos sirve para protegernos y escondernos.
Ahora para salir de allí elaboramos mascaras; para esconder lo que nos hicieron y para ser aprobados por el medio que nos rodea, en ese lugar están las personas que amamos y paradójicamente este ambiente también nos resulta amenazante.
Este dolor emocional permitió que nos escondiéramos y perdiéramos la capacidad de sentir nuestros sentimientos más profundos.
Es así que cuando nuestra mente es asaltada por un episodio ya vivido, nos sintoniza con todos los sentimientos y emociones que acompañaron ese evento por lo general como una represa a punto de abrir sus compuertas estamos en riesgo de salir desbordando lo guardado emocionalmente, corriendo el riesgo de ser vistos tal cual somos y entonces aparece nuevamente la vergüenza que una vez vivimos y no viene sola, la acompaña la culpa para recordarnos los malos que fuimos.
Para salir de ese laberinto de dolor y confusión necesitamos verbalizar lo experienciado para convertirlo en una vivencia y para ello necesitamos gente que este disponible para oírnos sin juzgarnos y sin decirnos que hacer.
El revivir el evento va a requerir que enfrentemos nuestros secretos familiares, que lo distingamos de lo privado, que conozcamos nuestros derechos, que reconozcamos nuestras necesidades, que asumamos la responsabilidad de nuestras vidas, para aceptar lo que vivimos y aprender a vivir sin condicionar y que nos condicionen el amor. Renunciar a todas esas tácticas manipulatorias que nos mutilaron emocionalmente y que aprendimos a ejercerla en contra de nuestros seres amados.
No es tan fácil darnos cuenta que aquellos que estaban a cargo de defendernos nos lastimaron y no es tan fácil darnos cuenta que aquellos a quienes amamos también les hemos herido y en esa historia de amor y dolor nos refugiamos en adicciones; unas socialmente aceptadas y otras no; para provocar estados que nos indiquen que estamos vivos y vivas.
Es cierto que el vacío esta allí, existe, es real y lo único que necesitamos es salir de esa postración y caminar para expresarnos.
Por todo esto necesitamos la terapia para encontrar acompañamiento para mirarnos y para luego mirar a otros; para después relacionarnos sanamente sin querer encontrar en los demás salvadores y culpables. Y si encontrar compañeros y compañeras de camino, respetando el ritmo de cada cual y amar son condicionar. Dejemos de victimizarnos y asumamos el reto de vivir. Dios quiere ayudarnos solo está esperando por nosotros.
Mayela Carrillo Blanco de Gaerste.
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